miércoles, 24 de junio de 2015

Por el estómago

En un centro comercial, al que acudimos en busca de algunos útiles escolares para Elmito, éste aprovechó para ir al área de juguetes y se empecinó en que le compraran un juguete que ya tenía en casa.

Yo que soy el encargado de "marcarlo" me negué a comprárselo por lo que Elmito apeló al berrinche.

En eso hizo aparición su mamá con el carro de compras y me dijo "tú mira el carro que yo me encargo”, la dejé para que manejara la situación no sin antes advertirle "no vayas a ceder, ya tiene ese juguete".

Al cabo de unos minutos apareció mi esposa con Elmito de la mano y me dice "vamos a comer una pizza", en el camino me contó lo ocurrido:

Mi esposa: ¿Quieres ese juguete?
Elmito: Si, si por favor.
Mi esposa: Lo compramos y nos vamos a la casa para que juegues.
Elmito: Ya mamá.
Mi esposa: Pero ya no vamos a comer pizza. ¿Quieres comer pizza?
Elmito: Si
Mi esposa: Pero tienes que dejar ese juguete. 
Elmito: Vamos a comer pizza (luego de pensarlo y dejar el juguete).

Y remato con la frase "será todavía un niño pero al fin y al cabo es un hombre, y por el estómago se le domina".

miércoles, 17 de junio de 2015

¡Buena “Conejo” Mario!

Nadie puede seguir al lado de una persona a la que no ama o con la que no se siente a gusto, hacerlo denota cobardía, interés o en el mejor de los casos indecisión.

Que Mario "Conejo" Vargas (el escritor ya no está para formalidades) haya decidido separarse luego de un largo matrimonio de 50 años no debería ser motivo para lapidarlo, aun si se hubiera ido con una chibola no hay motivo para crucificarlo; el amor también florece en otoño.

Me parece genial que "Conejo" Mario haya comprendido al fin que macho que se respeta no se casa con la tía ni con la prima, como tampoco lo es eso de casarse con la vecina o la amiga de la infancia. Un hombre de verdad va y conquista a la chica más deseada del otro barrio, de barrio rival, si tiene que mecharse se mecha, esas son las únicas broncas que cuentan, mecharse por otras causas son cojudeces.

Pero debe saber que cuando uno decide irse lo hace dejando todo en orden, dejar en claro y en persona que la cosa no va más, nada de enviar una cartita, por facebook o por los medios, eso no es de hombres. Asimismo debe saber que en caso de no haber formalizado la separación (no basta con declararlo a los medios) eso configura el delito de adulterio y en ese caso la "adornada" esposa (antes adorada esposa) lleva las de ganar.

Sinceramente espero que sea feliz al lado de la filipina, que el cambio del mundillo académico por la farándula le permita recuperar el tiempo perdido haciéndose el intelectual, que repare que el Nobel conseguido es un premio político (como el de Obama, el de Juan Pablo II o de Walesa) y que sobretodo nunca más hable de política porque eso no se lo soportó Patricia y menos se lo va a soportar una socialité.

Finalmente, si no fuera así y descubriera que lo suyo no fue más que una otoñal calentura mitral o que la filipina decidiera que aún le falta figuritas a su colección de antigüedades, no se le ocurra regresar y pedir perdón, tenga en cuenta que una mujer perdona pero no olvida, nunca volverá a ocupar el lugar que tenía (ni en casa ni en el corazón de la adornada) y siempre se le recordará su conducta de pájaro loco. Y una existencia en esas condiciones no es propia de un macho que se respeta.

Dicho todo lo anterior, me sumo al coro de sus amigos: ¡Buena “Conejo” Mario!

miércoles, 3 de junio de 2015

Escribir un libro, sembrar un árbol y tener un hijo

En una entrevista que le hacen a un "periodista" y escritor más conocido por su apego a los chibolos, sus programas incalificables y su orientación sexual, a la pregunta si también pensaba sembrar un árbol y tener un hijo, el susodicho respondió con la pachotada "haber escrito varios libros me exime de hacer lo demás".

Es bastante conocido el refrán aquel que dice que todo hombre debe tener un hijo, sembrar un árbol y escribir un libro, pero también es tomado muy a la letra.

Escribir un libro
No todos tienen la suerte de publicar un libro, como tampoco no todos los que publican un libro merecen hacerlo.

Hoy en día cualquier recopilación de textos o garabatos de ideas pueden ser material para la publicación de un libro, ni siquiera es necesario saber escribir medianamente. Con el capital suficiente, con el auspicio de un medio de comunicación o el canje respectivo cualquier editorial pone a disposición de cualquier fulano un ejército de editores, correctores, diagramadores y publicistas para convertirlo en autor. Ese es el origen de los cohelos, valcarceles, baigorrias, buscanovias y solteras codiciadas.

Escribir un libro es un mandato a enseñar, transmitir la experiencia adquirida, difundir el conocimiento a las siguientes generaciones, solo de esa forma la sociedad mejorará, la ciencia avanzará y el conocimiento perdurará.

Sembrar un árbol
Sembrar un árbol es un llamado a ser amable con el planeta, a no contaminarla, a proteger los recursos naturales y animales de la insania humana.

Ni se es amable con el planeta si se cae en el consumismo, comprando productos caros e innecesarios (mientras más superfluos más caros), comprando u camionetón con motor de 3 litros para circular en la ciudad.

No se es amable con el planeta siendo mercantilista, cambiando un parque por un centro comercial, hipotecando los recursos naturales de un país a cambio de honorarios de éxitos para un lobby, comercializando productos baratos que contienen metales pesados o productos de alta tecnología e igualmente contaminantes.

Tener un hijo
Cuando se habla de tener un hijo no necesariamente se refiere a un hijo biológico, tampoco a uno adoptado; sino es un mandato a trascender, a dejar algo para la posteridad, a darle sentido y razón a los tantos o pocos años de existencia. 

Son muchas las formas de trascender: con una empresa responsable (que no tengan necesidad de contratar especialistas en responsabilidad social), con una idea imperecedera (los memes y los virales no cuentan), con discípulos con identidad propia (no fanáticos); pero un hijo siempre es sinónimo de continuidad de cualquier emprendimiento, un hijo es el mejor depositario de nuestras ideas, un hijo criado con identidad propia siempre sobresale. Criar y educar un hijo nos hace mejores personas, cambia el estúpido "yo solo vivo para mí" por "voy a dar lo mejor de mí".

Ahora si no eres capaz de criar un hijo o escribir un libro, por lo menos siembra un árbol, el planeta te lo va a agradecer.