jueves, 16 de julio de 2015

En casa de Endora

En casa de mis suegros, estábamos todos en la mesa, mis suegros, mi cuñado, mi esposa y yo terminando el almuerzo preparado por mi esposa y mi cuñado (está demás decir que para la cocina no cuentan conmigo), cuando encontré un pelo en mi plato:

Elmo: ¡Encontré un pelo!
Mi esposa: ¿Corto o largo?
Elmo: Largo (mostrando el pelo).
Mi esposa: ¿De qué color?
Elmo: Blanco.
Mi esposa: Entonces no es mío.
Mi suegra: Por si acaso yo no he cocinado.
Elmo: Esto ya empezó a preocuparme (dirigiéndole la mirada a mi suegra).
Mi suegra: ¿Por qué?
Elmo: Porque eso significa que los ojos de murciélago y las patas de araña ya me las comí.
Mi suegra: ¿Quién es bruja acá?
Elmo: Yo no he dicho nada, solo espero que el hechizo no haga efecto por  falta del pelo que no comí.

lunes, 6 de julio de 2015

Que no nos vendan humo

Concluida la Copa América Chile 2015, con un resultado discutible, es hora de hacer un balance y sacar conclusiones:

En primer lugar, resulta meritorio el tercer puesto logrado por la selección peruana producto del trabajo en equipo de todos los seleccionados. El fútbol es un juego en equipo donde, salvo que nazca otro Maradona, los resultados dependen de los once en la cancha.
Messi ni Neymar salvaron a sus equipos, los favoritos Argentina y Brasil respectivamente. De una buena vez olvidemos la idiotez de los “cuatro fantásticos”, que solo puede caber en la cabeza de los periodistas mermeleros, necesitamos periodistas deportivos serios (no orderiques ni fleishmanes); una mención especial merece Erick Osores por su participación en esta Copa América, crear una hashtag para Pizarro rebasa todos los límites (ni Alondra fue capaz de tanto), cualquier estudiante de psicología tiene en Erick un tema de tesis.

En segundo lugar, resaltar el fútbol como negocio y como elemento de distensión, después de las guerras, el fútbol es otra forma de dirimir superioridades. La FIFA lo tiene bien claro y los árbitros FIFA están bien adiestrados para que el negocio rinda, aun cuando tengan que convertirse en viles chechelevs o arpifilos.
Mi suspicacia siempre me alentó a pensar que todo estaba arreglado para que Chile llegue a la final, que mínimo una semifinal sería entre Perú y Chile, y, que la final sería entre Chile y uno de los favoritos (Brasil o Argentina). La desinflada de Brasil le ahorró a los árbitros FIFA mayores escándalos, cuyo mayor descaro fue el partido Chile-Uruguay, luego solo tuvieron que inclinar la cancha ligeramente para que se den los resultados previstos desde el inicio de la Copa América. No en vano los partidos más vistos fueron Chile-Perú y Chile-Argentina.

En tercer lugar no dejemos que nos venda humo, este tercer puesto no nos asegura el pase a Rusia 2018, esta escena ya la vivimos en el Mundial Brasil 2014; con los mismos intrascendentes Vargas y Farfán, un Guerrero inestable que anda buscando un equipo que acepte sus pretensiones y un Pizarro que, me parece, sigue escogiendo los partidos que se le acomodan (ganarle a Bolivia sin la ayuda de la altura altiplánica es como pegarle a a un borracho).  Lo único que ha cambiado es el jueves de pavita por la “combatiente” Alondra y su dudoso romance con Guerrero (es sospechoso que ATV siempre tenga las últimas de la “novia de la Copa”).
Tampoco creamos eso de que Carrillo, Yotún, Advíncula y otros “estarán más cuajados para entonces”, el problema de los jugadores peruanos es psicológico antes que futbolístico, sino recordemos que los mancos, los machitos y ahora a los zambranos.  
La selección peruana tiene un largo camino por delante y eso es lo que me preocupa, los peruanos no somos de largas jornadas y siempre persiste la desunión; ojalá eso se entienda y haya un cambio.  Gareca debe demostrar que está para grandes cosas y no para engreír a cuatro fulanos.

Otrosí digo, ahora los chilenos van a estar más inaguantables que los argentinos, la final Chile-Argentina fue justa pero la forma en que Chile llego a la final no fue justa. Por otro lado, Cavanni debió vender cara su expulsión, Ley N° 5 del fútbol, mínimo era para romperle la nariz al dueño del dedo transgresor.

D.T. Honoris Causa.