Elma: Ese hombre me estresa.
Elmo: ¿Y yo que hago?
Elma: No entiendes, no lo soporto.
Elmo: Entonces, renuncia a ese trabajo y quédate en casa.
Elma: En primer lugar necesitamos ese ingreso, y segundo
lugar, ya lo intentamos todo el año pasado y sabes que en casa me estreso más.
Elmo: ¿Y qué quieres que haga?
Elma: Tienes que hablar con él.
Elmo: ¿Y qué le voy a decir?
Elma: Solo dile que no me estrese.
Elmo: Ya, está bien, consígueme una cita con tu jefe.
Al día siguiente, antes de irme al trabajo, me reunía con el
jefe de mi esposa para una charla de “hombre a hombre”, le explique el
tratamiento en qué estábamos inmersos mi esposa y yo, las otras técnicas que
habíamos probado, las probabilidades de éxito y el costo. Me prometió que haría
todo lo posible para evitar estresar a mi esposa y que daría instrucciones a
todo el personal para que nadie lo hiciera.
En la noche, de regreso a casa:
Elma: ¿Qué le dijiste a mi jefe?
Elmo: Lo que me pediste, que no te estresara.
Elma: Ahora me siento rara.
Elmo: ¿Por qué?
Elma: Porque hoy mi jefe no me ha pedido nada, ¡nadie me ha
pedido nada!
Elmo: Si quieres vuelvo a hablar con él.
Elma: No te hagas el gracioso.
A los dos meses, mi esposa quedó embarazada y su jefe le
facilitó una laptop con un módem inalámbrico para que pudiera trabajar desde casa.
Cuando nació Elmito renunció a su trabajo. Ahora el dinero alcanza
con las justas pero las satisfacciones son mayores.
P.D. Mi solidaridad con Karen Schwarz ante los ataques de Peluchín que nunca entenderá estas cosas.