No hay duda que Alemania es un justo campeón, tanto por los resultados obtenidos como lo hecho en la cancha.
Al parecer Alemania fue el favorito de todos, porque ahora resulta que todos le fueron a Alemania y acertaron, por arte de magia desaparecieron los hinchas de Italia, de Holanda, de Francia, de Colombia y sobretodo de España que advertí que llegaba al mundial sobrevaluado (su temprana salida no se debe a maldición alguna).
Pero este post no es para presumir de mis conocimientos de fútbol, los cuales anoté en el blog de Lucho (que gratamente me sorprendió al postear sobre los mundiales con la misma prolijidad que lo hace con la música), sino para rescatar algunas lecciones que nos deja el Mundial que acaba de finalizar.
En primer lugar, el fútbol es un trabajo de equipo como los son muchas actividades en la vida misma, el triunfo de Alemania lo demuestra.
En segundo lugar, quien se conforma con un empate se arriesga a perder, tal como le ocurrió a Italia frente a Uruguay.
En tercer lugar, a los rivales se les respeta pero no se les teme, a un Costa Rica embalado no lo iba a asustar un grupo de la muerte.
En cuarto lugar, los grandes logros exigen grandes esfuerzos y no están sujetos a improvisaciones, el proceso alemán tomo ocho largos años.
Finalmente, según lo anotado líneas arriba, mientras el Perú siga creyendo en jugadores “fantásticos” o “referentes”, improvise procesos y presupueste perder ante Brasil o Argentina, no iremos a ningún mundial; con la contratación de Beingochea vamos a perder dos años y desde ya el Perú se despidió del Mundial Rusia 2018.
Elmo Nofeo
D.T. Honoris Causa