viernes, 23 de abril de 2010

Evo y yo (y también el pollo)

Dos cortitas de esta semana signada por el pollo:

El Lunes, mi cuñado que comparte conmigo el gusto por los pescados y los mariscos, le reclamaba a mi hermana a la hora del almuerzo:

- ¡Otra vez pollo!, no puedes otra cosa, cansa comer pollo todos los días.
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Es que el pescado está caro...
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Pero, puedes hacer menestras con su huevo montado.
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Las menestras también están caras...
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Pues algo vas a tener que inventar porque a mi ya me está creciendo mucho el poto.

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Anoche en casa de mis suegros, una vez terminada la cena en la que el pollo otra vez fue el ingrediente principal, de manera sutíl tuve que mostrar mi desacuerdo con el menú: "alguien va a tener que cargar la culpa de que haya un heterosexual menos en el mundo".

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Por otro lado, yo siempre lo dije (Evo por lo menos dame el crédito, por siaca, también hago asesoría en asuntos gubernamentales) y siempre aconseje: "Señora, si a su hijo le da de comer pollo, pollo, pollo, todos los días, no espere que su hijo sea hombre".

sábado, 17 de abril de 2010

No sólo es cuestión de subir y bajar


Había una vez un granjero que tenía un gallinero, cierto día decidió que ya era hora de cambiar al viejo gallo del gallinero y partío al pueblo en busca de un gallo joven y fuerte.

Al regresar del pueblo con un joven ejemplar, puso juntos en el gallinero al nuevo gallo y al gallo viejo, es cuando entre ellos se produjo el diálogo siguiente:


- Yo soy el nuevo gallo del gallinero y tú vas a terminar en un caldo de gallina.
- Las cosas no tienen que ser así de malas, ambos podemos compatir el gallinero.
- No señor, un gallinero sólo puede tener un gallo.
- Entonces, esta bien, sólo te pido que me dejes una gallina, la colorada del fondo, y quédate con todas la gallinas.
- No seas terco, yo soy el dueño absoluto del gallinero.
- ¿Y crées que vas a poder con todo el gallinero?
- Claro que sí.
- Vamos, yo que conozco el gallinero te aseguro que no vas a poder.
- ¿Y tú si puedes, verdad?
- Por supuesto, no por algo he sido el gallo del gallinero por años.
- Yo soy más jóven y puedo más que tú.
- No se trata de juventud, se trata de inteligencia.
- Pero si sólo se trata de subir y bajar.
- Eso es lo que tú crees, ni siquiera podrías en una carrera conmigo.
- Oe, no te pongas faltoso, claro que te puedo ganar en cualquier carrera.
- ¿Quieres apostar?
- Te apuesto lo que quieras.
- Ya está, una carrera de 10 vueltas alrededor de la granja, el que gana se queda con el gallinero.
- ¡Sale! y para que veas que soy justo te doy 5 metros de ventaja.
- Que conste que no te estoy pidiendo ventajas.
- Yo quiero ganar sin dudas.
- Como tú quieras.

Y salieron en estampida los dos gallos, el gallo viejo con 5 metros de ventaja sobre el gallo joven, las gallinas con su cacareo alborotaban todo el gallinero, el granjero al asomarse por la ventana vió la escena, sacó su rifle, lo cargó y con una puntería digna de una mejor causa, descargó toda la pólvora sobre el gallo joven.

A la mañana siguiente, volvió el granjero al pueblo en busca de otro gallo, volvió a colocar al gallo joven y al gallo viejo en el mismo gallinero y en la tarde tuvo que sacrificar al gallo joven por la misma causa.

La misma escena se repitió con el tercer gallo comprado, que terminó sacrificado de la misma manera y por la misma causa.

Mientras en la cocina se preparaba un delicioso caldo de gallina, el granjero se lamentaba ante su esposa de su mala fortuna: "Mujer, tanta es mi mala suerte que los tres gallos que compré eran maricas, en lugar de corretear a las gallinas correteaban a nuestro gallo antiguo, menos mal que no lo comimos antes de conseguir otro gallo."

Nota 1. Título alternativo: "De cuando un office-boy cree que subiendo y bajando escaleras rápidamente puede llegar a ser el jefe", no usado porque tampoco creo que por ser más largo es mejor título.
Nota 2. Cuento adaptado de un powerpoint que recibí.
Nota 3. Post dedicado a la señorita S de quién hablé en un post anterior.

martes, 6 de abril de 2010

Un vals y un recuerdo (*)

El sábado al llegar a casa cuando mi esposa me anunció la infausta noticia, no pude evitar sentir una mezcla de tranquilidad, pena y resignación, tampoco pude evitar algunos recuerdos:

- Cuando presenté a mi enamorada (hoy mi esposa) a mi familia, mis hermanas y Mamuska le advitieron a ella "desde ahora te decimos que Elmo es puro valsecitos"

- Nancy, la casi-treintañera secretaria de la oficina donde a mediodía se escuchaba Radio San Borja, en una ocasión dijo desdeñosamente "otra vez Carmencita Lara", a lo que respondí "mira Nancy me parece que ya tienes edad para escuchar valsecitos", con lo que jamás se atrevió a cuestionar mis gustos musicales.

- A los amigos del trabajo, cuando íbamos a almorzar de Miraflores a Barranco, una vez ya instalados dentro mi carro de soltero casi lo gritaban "ya Elmo, torturanos con tu Carmencita Lara".

Y es que para todos ellos, cualquier voz femenina que interpretase música criolla era Carmencita Lara, sin importar que fuera Lucha Reyes, Eloísa Angulo, Esthercita Granados (en diminutivo y con cariño porque es porteña también), Rosa Dolores Ascoy, Carmen Montoro o la reina María de Jesús Vásquez.

Hoy la reina no está, murió la reina y no hay viva que valga.

(*) Título tomado prestado de una de las canciones de María de Jesús Vásquez.